En este caso, la invitación fue pensar en el habitar. Fue así como Trinidad y Felipe eligieron hacer la pieza de invitados. “Por un lado, quisimos crear un espacio súper neutro, jugar la antidecoración, el anticolor, un espacio bien simple en que es el invitado mismo el que termina de completar el espacio cuando lo usa, y él es quien le aporta el color con sus objetos en las repisas, en el baño y en el estar. Por otro lado, como era un lugar que iba a durar un mes, quisimos hacer un diseño bastante simple y austero que pudiéramos reciclar y llevar después a otra parte. Por eso usamos como elemento principal los pallets pintados blancos (el único color que hay en el lugar) como soporte de muro, de suelo, de mobiliario y soporte de repisas. Y creamos tres espacios distintos: el baño, el estar y el dormir”, recalca Trinidad.
Tuvieron varios auspiciadores: los oficiales fueron Masisa, que les aportó con todo un muro de madera, y Kölor, que les dio todas las pinturas. Stone Center, les entregó los estantes de las repisas, y Rosen, la cama.
Kohler aportó con las griferías y las persianas Izurieta, que completan todo el muro de fondo, y Bercia, que aportó el porcelanato. En cuanto a la iluminación, apostaron por utilizar velas falsas y guirnaldas simples que aportaran una luz tenue en compañía de la luz natural presente en la habitación.
El loft de invitados es un espacio cálido, inspirado en un ambiente muy informal, de luz difusa y de pocos elementos, en el que el lujo no se manifiesta en externalidades innecesarias sino que se entrega a través de la calidad del espacio, de sus texturas, de su comodidad.
